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La bioeconomía en América Latina: expertos debatieron sobre los desafíos y oportunidades en la región

La bioeconomía se presenta como una alternativa prometedora para América Latina y el Caribe, una región rica en recursos naturales pero aún con un largo camino por recorrer para capitalizar plenamente su potencial. Este fue el consenso alcanzado por un panel de expertos durante el Congreso de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID), desarrollado en Buenos Aires.

La actividad, organizada por AAPRESID en conjunto con el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), formó parte de la sección especial del congreso dedicada a las perspectivas futuras y las oportunidades para el productor que ofrecen los sistemas agroalimentarios de las Américas. AAPRESID, con más de tres décadas de trayectoria conectando innovación, tecnología y conocimiento, junto con IICA, entidad con la que mantiene una alianza estratégica, reunió a destacados referentes nacionales e internacionales para discutir temas cruciales que vinculan la ciencia y la producción agrícola, con un enfoque en la transformación de la agricultura, la innovación y la respuesta al cambio climático.

Visiones regionales: sustentabilidad y valor agregado

El panel “Sustentabilidad y valor agregado: apuesta estratégica para el agro de las Américas” exploró las visiones regionales sobre la bioeconomía, abordando su impacto en la agricultura y los sistemas agroalimentarios. El debate giró en torno a los avances logrados, las oportunidades presentes y la agenda pendiente.

Hugo Chavarría, gerente del programa de Innovación y Bioeconomía del IICA, ofreció un panorama detallado sobre la realidad actual y las perspectivas de la bioeconomía en las Américas. La discusión se enriqueció con las contribuciones de Nicolas Bronzovich, representante de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de Argentina; Doug Berven, vicepresidente de Asuntos Corporativos de Poet, la mayor productora de biocombustibles del mundo con sede en Dakota del Sur (EE.UU.); y Talita Priscila Pinto, directora de Bioeconomía de la Fundación Getulio Vargas de Brasil.

Marcelo Regúnaga, coordinador del Grupo de Países Productores del Sur (GPS) y ex Secretario de Agricultura de Argentina, moderó el panel, destacando el rol crucial del sector agropecuario en la captura de carbono, contribuyendo significativamente a la mitigación del cambio climático. “Somos una solución a la crisis ambiental y eso se tiene que valorizar. Hoy debemos fortalecer el agregado de valor a nuestra producción tradicional, ayudando a la transición energética y a construir la sostenibilidad económica, social y ambiental que necesitan nuestras sociedades”, subrayó Regúnaga.

La bioeconomía: ventajas y desafíos para América Latina y el Caribe

El especialista del IICA, Hugo Chavarría, advirtió que a la agricultura de la región se le exige no solo ser más productiva, sino también cumplir con objetivos ambientales y sociales. Según Chavarría, América Latina y el Caribe poseen ventajas comparativas únicas para desarrollar la bioeconomía, ya que albergan el 50% de la biodiversidad conocida en el mundo, concentrada en apenas el 15% del territorio global. Además, la región es líder en la producción y exportación de biomasa, siendo protagonista en mercados internacionales de cereales, oleaginosas y carne. Sin embargo, gran parte de esta producción es primaria y carece de valor agregado.

Chavarría también destacó las pérdidas significativas en los sistemas productivos de la región, señalando que “un alto porcentaje de lo que hoy producimos es considerado residuo o desecho bajo el modelo actual”. Esto representa una oportunidad perdida para la bioeconomía, que busca aprovechar al máximo estos recursos.

En términos de desarrollo, Chavarría reconoció que la bioeconomía en la región es un “rompecabezas en proceso”, con algunas piezas fundamentales ya en su lugar, pero con otras aún en construcción. Hasta la fecha, al menos cinco o seis países han implementado estrategias nacionales, y más de 18 cuentan con marcos normativos y reglamentarios para los principales senderos de la bioeconomía. La región ya muestra avances concretos en áreas como los biocombustibles, con el 31% de la producción mundial de bioetanol y el 19% de biodiésel, además del creciente uso de bioinsumos.

Una agenda pendiente y la necesidad de alianzas

Pese a estos avances, Chavarría identificó áreas críticas que requieren mayor atención: la inversión y el financiamiento, la creación de normativas específicas, la formación de capacidades y la promoción de mercados para productos biológicos. La diversidad de bioeconomías en la región, basada en las características y recursos de cada país, presenta desafíos compartidos que, según Chavarría, solo pueden abordarse mediante acciones colectivas y alianzas estratégicas.

El panel concluyó con un llamado a fortalecer la cooperación regional para superar los obstáculos y aprovechar las oportunidades que ofrece la bioeconomía, un sector con el potencial de transformar la agricultura y contribuir a la sostenibilidad económica, social y ambiental de América Latina y el Caribe.

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