Martín Fraguío y Carmen Longa Virasoro. La Nación, Campo, 24 de noviembre de 2022.
El aporte de la economía argentina a la macroeconomía global es ínfimo, por lo cual no incide en casi ninguna de las variables que mueven al mundo. Casi porque aún continúa siendo un actor central en la provisión de alimentos, a pesar de que hay otros países de la región que en las últimas décadas han logrado un crecimiento mayor al de nuestro país en ese rubro tan esencial para la humanidad.
A partir de la COP21 en París el mundo ha puesto en valor la preservación y restauración de los ecosistemas como la mejor herramienta para enfrentar las consecuencias del cambio climático, sumado a disminuciones de emisiones que llega a cero en 2050. Estas prioridades, que se encuentran entre las conclusiones que la reciente COP 27 ha fijado para los próximos años, ofrecen a nuestro país una posibilidad enorme, no solo por la riqueza de su geografía, sino también por la capacidad emprendedora de su sector privado.
A pesar de la intensa presión de algunos países, la última cumbre climática acaba de reafirmar el compromiso asumido en el Acuerdo de París de 2015, confirmando la meta de mantener el incremento de la temperatura global en un rango cercano a los 1,5 ºC. Para alcanzar ese objetivo el mundo necesita indefectiblemente de que la Argentina sea capaz de restaurar sus ecosistemas, disminuir las emisiones, frenar la deforestación, y aumentar el secuestro de carbono en suelos que el mundo necesita. Si nuestro país no puede lograr eso, el mundo no logrará mantenerse en el rango establecido por el Acuerdo de París.
Por otro lado, la COP 27 vuelve a mostrar un sector privado global como el actor central para lograr ese objetivo. Porque si bien todas las mejoras vinculadas con el cambio climático se acuerdan a nivel gubernamental, es el sector privado quien finalmente las implementa. Y cuando se menciona al sector privado, se incluye desde multinacionales más importantes hasta las empresas agropecuarias unipersonales más pequeñas.
Con el fin de alcanzar esos objetivos que nos incluyen a todos los ciudadanos del planeta, el sector privado está planteando que los gobiernos implementen medidas claras y transparentes para que esas inversiones necesarias permitan internalizar los costos y beneficios de las externalidades positivas y negativas. Entre las mismas pueden plantearse algunos ejemplos que en esta COP 27 han tenido avances importantes: el establecimiento adecuado del precio al carbono como un elemento más en la planificación de las inversiones que deben realizar las empresas, a partir del Artículo 6 del Acuerdo de París.
Ahora bien, ¿cuál es la posibilidad que tiene la Argentina para aprovechar esa necesidad global en un marco de recurrentes crisis económicas internas? Desde el plano gubernamental, Argentina debe plantear ante el mundo la necesidad de contar con el apoyo internacional para lograr que sus ecosistemas naturales y productivos maximicen su secuestro de carbono y minimicen sus emisiones, para los que el Acuerdo de Paris prevé distintas herramientas.
Recientemente, el Centro Argentino de Ingenieros y la Academia Nacional de Ingeniería elaboró una propuesta para favorecer las inversiones en Vaca Muerta mediante un sistema que incluya la compensación de esas emisiones en gas natural en destino, o sea el país donde se exporte y consuma. De esta manera, se fomentarían inversiones en los ecosistemas productivos y naturales de la Argentina para frenar así su pérdida de carbono, aumentar su rol como almacenes de carbono para el largo plazo, y bajar las emisiones al mínimo.
Otra forma es mejorar la implementación de la Ley de Bosques, que luego de 10 años destina apenas el 4,7 % de lo recaudado a estas transformaciones, mientras que el 95% restante se destina a gastos generales de Gobierno, tal como reveló la Fundación Vida Silvestre.
Estos temas tan críticos para nuestro país fueron presentados durante la COP27 en conferencias y reuniones con presencia de dirigentes del sector público y privado de la Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay organizados por Grupo de Países Productores del Sur (GPS), Aapresid y Aacrea en ámbitos como el Pabellón de Agricultura de las Américas del IICA, la Cámara Internacional de Comercio-ICC, entre otros. Se expusieron las contribuciones del sector a la mitigación del cambio climático y la necesidad de contar con políticas públicas locales y globales para poder minimizar emisiones y maximizar secuestros de carbono en todos nuestros ecosistemas.
En definitiva, lo que la Argentina necesita para aprovechar esta última oportunidad y dejar de ser una economía marginal frente al mundo, es destinar ese financiamiento recaudado a través de herramientas nacionales o del apoyo internacional, a las personas que producen, o necesitan acompañamiento para hacerlo, de una forma ambientalmente sustentable a lo largo y ancho del país. Estas empresas y personas son el motor de la transformación que el mundo reclama.
Los autores son directores de Carbon Group Agroclimatic Solutions. Fraguío es, además, miembro del Grupo de Países Productores del Sur (GPS).