La Nación, Campo, 28 de agosto de 2021
La pandemia ha marcado un antes y un después en el planeta, y la concepción de los sistemas alimentarios no ha quedado exceptuada.
Uno de los aspectos más relevantes de la agenda geopolítica internacional se centra en la inquietud por la sustentabilidad y la seguridad alimentaria, basada ya no sólo en la cantidad, sino también en la calidad y la sanidad de los alimentos.
Justamente, en septiembre se realizará en Nueva York la reunión culminante de la Cumbre de Sistemas Alimentarios que será uno de los principales ejes de la Asamblea General de las Naciones Unidas. ¿Qué es lo que pretende este encuentro? “Que cada país empiece a hacer transformaciones en sus sistemas alimentarios y se encamine hacia una producción más sustentable de alimentos, con menor impacto ambiental”, resume Marcelo Regúnaga, coordinador en la Argentina del Grupo de Países Productores del Sur (GPS), una red que articula a instituciones del sector privado de la Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay.
Este especialista, también miembro del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), remarca que hoy los europeos pretenden imponer su agenda del Pacto Verde con objetivos muy precisos hacia 2030 y 2050.
No obstante, aclara que este enfoque es muy eurocéntrico, sin tener en cuenta lo que ha pasado en otras regiones del mundo. “Los procesos de transformación que hoy se están pidiendo para el mundo, la Argentina ya los empezó hace 30 años con la siembra directa. O sea: se dejó de roturar la tierra y destruir el suelo, algo que en Europa y Asia se sigue haciendo”, remarcó.
“Esto nos ha permitido tener una agricultura conservacionista, al mismo tiempo que ha logrado un notable crecimiento en los rendimientos. La Argentina está a la vanguardia porque tiene un recorrido de tres décadas haciendo las cosas bien”, aseguró.
“Nuestro objetivo es mostrarle al mundo que estamos en un camino que Europa y gran parte de Asia todavía no recorrieron; que estamos mucho más adelante que el resto del mundo en cuanto a las transformaciones que hoy está pidiendo la Cumbre de Naciones Unidas a todos los países”, refuerza. Regúnaga también detalla cuáles son las amenazas de corto y mediano plazo en materia de requerimientos medioambientales para el acceso de productos agrícolas argentinos. “Cuando vemos las preocupaciones y las barreras que nos quieren imponer algunas regiones como Europa, surge el planteo de producir cultivos más amigables con el ambiente y el concepto de carbono neutro”, puntualiza.
En este aspecto, la Argentina está desarrollando el Programa de Carbono Neutro, y la Asociación de la Cadena de la Soja (Acosja) ha sido la primera que empezó con esta iniciativa de certificaciones ambientales. Para el especialista, otros desafíos son los requerimientos sanitarios para los cuales son necesarias certificaciones y una trazabilidad que garantice que nuestros productos son inocuos, es decir, sanos. Finalmente menciona que en Europa exigen cada vez más que no se produzca soja en zonas deforestadas.
Allí se enmarca el Programa Agroideal, del cual participa Acsoja junto a distintas ONG del sector ambiental con el fin de garantizarles a los consumidores que la producción no proviene de regiones deforestadas sin cumplir con la legislación vigente.