Durante la 30ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, celebrada en Belém, Brasil, del 6 al 21 de noviembre de 2025, se debatió sobre el papel que la región puede desempeñar en la implementación de la acción climática. En este contexto, especialistas de GPS, Marcelo Regúnaga, Coordinador General y Martín Fraguío, miembro de la red, plantean una mirada que posiciona al agro del Cono Sur y al financiamiento climático como dos pilares estratégicos para avanzar en soluciones reales frente al cambio climático.
El agro del Cono Sur como sector clave
Para Marcelo Regúnaga, el sector agropecuario del Cono Sur es uno de los mejor preparados dentro de la economía para aportar a la mitigación del cambio climático. La combinación de avances tecnológicos, mejora en prácticas productivas y capacidad para generar sistemas eficientes en términos de emisiones colocan al agro en un rol protagónico. Regúnaga sostiene que la región cuenta con condiciones naturales y productivas que le permiten no solo reducir impactos, sino también contribuir activamente a la captura de carbono y al abastecimiento sostenible de alimentos a escala global.
El financiamiento como condición habilitante
Martín Fraguío, experto en finanzas climáticas, subraya que el financiamiento es un elemento central para que estas oportunidades puedan materializarse. Sin recursos destinados al desarrollo de tecnologías, infraestructura y prácticas de bajo impacto, la transición será limitada. En este sentido, destaca que contar con marcos regulatorios eficientes y previsibles es fundamental para atraer inversiones y generar confianza en los actores privados.
NDC y mercados de carbono: herramientas con potencial
Fraguío también señala que las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC) tienen el potencial de convertirse en instrumentos concretos de atracción de inversiones, siempre que estén alineadas con políticas internas claras y con iniciativas del sector productivo. A esto se suma el papel emergente de los mercados de carbono, que representan una vía para canalizar recursos hacia proyectos climáticos, especialmente aquellos vinculados al agro. Estos mecanismos permiten reconocer y valorizar económicamente prácticas que reducen emisiones o aumentan la captura de carbono, incentivando su adopción.
En conjunto, las visiones de Regúnaga y Fraguío coinciden en un punto: el Cono Sur se encuentra ante una oportunidad estratégica. Con recursos naturales, capacidades productivas y una agenda climática en expansión, la región puede posicionarse como un actor relevante en la transición global hacia modelos más sostenibles.


