Cristian Mira, La Nación, Campo, 4 de abril de 2021
El ruido que generó la controversia entre el presidente de la Argentina, Alberto Fernández, y el de Uruguay, Luis Lacalle Pou, sobre el rumbo del Mercosur impacta de lleno sobre la agroindustria.
En los cuatro países fundadores del bloque regional nacido hace treinta años -Uruguay, Paraguay, Brasil y la Argentina-, el principal sector exportador es, justamente, el que se origina en la producción agropecuaria. Tanto por su peso en la generación de divisas como por el que tiene en el comercio internacional, en cualquier debate que se lleve adelante sobre la flexibilización o el estancamiento del acuerdo, el agro debería estar en el centro de la escena.
“Necesitamos que la inserción en el mundo sea más dinámica, el Mercosur debe ir hacia su flexibilización”, señala Marcelo Regúnaga, exsecretario de Agricultura que participó del nacimiento del bloque en la década del noventa, y actual integrante del Grupo de Productores del Sur (GPS), una suerte de usina de pensamiento sobre la producción agropecuaria de la región. “Debe revisarse el concepto de Arancel Externo Común (AEC) y apuntar a una zona de libre comercio”, añade.
Para Regúnaga hay al menos dos ventajas para los sectores más dinámicos de la economía cuando se encara un tratado comercial con otros bloques o países. “Una es que con las rebajas arancelarias se accede a un mercado en las mismas condiciones que lo hacen los competidores que ya firmaron acuerdos”, añade. Sobre esto, Regúnaga ejemplifica: “Chile vende su miel a la Unión Europea con arancel cero, nosotros con el 17%”. Es decir que hay que ser más competitivo para poder entrar en un mercado de las características del europeo sin contar con una preferencia arancelaria. Algo similar sucede con los países que firmaron acuerdos de libre comercio con China. Aunque ahora enfrenta un conflicto diplomático con el gigante asiático, Australia sacó partido para sus exportaciones de carne con la ventaja de ingreso en el mercado chino.
“El otro beneficio de los acuerdos de libre comercio es que se establecen reglas de juego claras con el reconocimiento de equivalencias sanitarias que identifican los productos en origen, con lo que se facilita el comercio”, añade el especialista.
La aversión del gobierno argentino a los acuerdos de libre comercio entre el Mercosur y otros bloques se contradice con lo que suelen expresar los propios funcionarios respecto de la necesidad de aumentar el ingreso de divisas y favorecer las exportaciones de productos con mayor grado de elaboración.
“Casi todos los países utilizan el escalonamiento arancelario como forma de protección”, advierte Regúnaga. Eso significa que se aplican aranceles más elevados a los productos finales o envasados que a las materias primas. “Una de las maneras de eliminarlo es mediante los acuerdos de libre comercio”, recuerda.
Por su parte, la economista y especialista en comercio internacional Rosario Campos puntualiza que “el Mercosur es una potencia agroindustrial en el mundo, el foco debería estar allí”. Pero también pone el énfasis en las contradicciones de la política interna con la externa que se plantean con el Mercosur. “Si Brasil avanzara en la flexibilización y decidiera importar su trigo extrazona sin aranceles, a la Argentina lo perjudicaría, ya que es el destino de casi la mitad de sus exportaciones de trigo (US$2100 millones totales en 2020, de los cuales US$900 millones fueron a Brasil)”, señala. No obstante, afirma que “el Gobierno ya viene haciendo bastante para perjudicar la producción de trigo: derechos de exportación (de 0% a 12% en diciembre 2019) más un acuerdo en enero pasado que no se conoce, pero que hizo bajar el precio de exportación en la Argentina a pesar de que en el mercado internacional no se vio esta baja”.
Más allá del trigo, para gran parte de las economías regionales el Mercosur es crucial no solo por lo que representa un mercado como el brasileño para ingresar con arancel cero, sino porque les permitiría acceder en mejores condiciones a otros destinos si hubiera un tratado comercial. Aunque para todos los rubros de la agroindustria son útiles los acuerdos de libre comercio, en proporción tienen mayor impacto en aquellos en los que predominan las pymes y requieren de agregado de valor.
Hay una base sobre la que el Gobierno podría apoyarse si en verdad le interesara promover las condiciones para aumentar las exportaciones y analizar en serio la flexibilización del Mercosur. Es la propuesta del Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) para establecer un proyecto de ley que otorgue estabilidad fiscal y financiera a las exportaciones del agro. Esta iniciativa por ahora sigue demorada y trabada.
Son las necesidades de los sectores más dinámicos las que debieran priorizarse y no los cortocircuitos de las declaraciones políticas.